Yo no quiero otra descarga ¿Y tú?

Hace unos días, conversando con un amigo, me lanzó la pregunta si pensaba que España será feliz otra vez. Mi pensamiento inmediatamente me llevó a recordar la frase de Dag Hammarskjold: “Es más noble entregarse por completo a un individuo, que trabajar con diligencia por la salvación de las masas”. No quiero transmitir con esto un rechazo, o un no deseo a que España recupere su felicidad. Creo en la emocionalidad de los equipos, de los sistemas y tengo claro que el estado de ánimo que hoy compartimos en nuestro país no es nada optimista. Sin embargo, creo que es más fácil conseguir hacer feliz al que me rodea que  erigirse como “Salvador” luchando por la felicidad global de un país.
Diariamente estamos siendo bombardeados con noticias negativas. La sensación que tengo es que las consideramos normales y las interiorizamos sin darle más importancia. El pesimismo está allá por donde vamos. Ya no esperamos una noticia positiva, así que las menos negativas, las consideramos buenas.Hemos llegado al punto en el que mostrar un comportamiento optimista lleva el riesgo que te tachen de loco, de inconsciente.  Y sin embargo, ahí está la diferencia.
  Martin Seligman ya realizó experimentos hace años con perros en los que demostraba que aquellos que sentían que la solución a un problema (en el experimento descargaba electroshocks a los animales) no estaba en ellos, respondían con el abatimiento, la derrota y se daban por vencidos. Sin embargo, aquellos que descubrían que podían evitar esas descargas reaccionaban de forma inmediata para salir de esa situación. Años más tarde, Hiroto, realizó similar experiencia con humanos (sustituyendo las descargas por sonidos), con resultados parecidos.  Descubrieron, entre otras cosas que la actitud optimista o pesimista de la persona, influía a la hora de reaccionar de una o de otra manera.
  Esto me lleva a pensar, por un momento, que actualmente estemos en pleno experimento de Seligman. De hecho, durante estos años he compartido momentos con amigos, familiares en los que veían que su estabilidad financiera se derrumbaba. Algunos reaccionaron de manera pesimista y a fecha de hoy siguen paralizados. Otros, tras una pequeña etapa de duelo, pensaron que aquello podía ser la oportunidad para descubrir nuevas maneras de vivir; conocer otros trabajos; empezar otros proyectos; tuvieron una reacción optimista. La mayoría de ellos se va manteniendo y algunos, incluso, se encuentran en mejor situación que la pasada. Puede que tú, tengas mismos resultados con personas cercanas.
Reaccionamos según nos expliquemos las cosas a nosotros mismos. La decisión es de cada uno, podemos sentir que no está en nosotros el buscar la salida, o por el contrario tener claro que cada uno tiene la capacidad de encontrar nuevos caminos.

  Así que volviendo a la pregunta inicial que me lanzó mi amigo: ¿Volverá España a ser feliz? Mi respuesta es clara. Primero necesitamos que cada uno de nosotros tenga una actitud optimista. Segundo, ocupémonos de hacer feliz a los que tenemos al lado. La emocionalidad es muy contagiosa para lo bueno y para lo malo. Tenemos más que identificado el estado de desánimo en el que nos encontramos. Cada uno de nosotros, somos los responsables de cambiarlo.  En las manos de cada uno está si acepta las descargas dejándose llevar a un estado de derrota o se convence que puede apagar el interruptor.

Dave Barry decía: “Cuando surgen problemas y las cosas toman un cariz negativo, siempre hay alguien que ve una solución y está dispuesto a asumir el mando. A menudo, esta persona está loca”.

Espero que te llamen loco muchas personas, eso será buena señal.

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