Si te tachan de loco…

AjedrezIdentifico un cierto alto nivel de “automatismo” en aquellos que me rodean. Acciones, conductas, pensamientos y emociones grabadas a fuego lento se han establecido en sus vidas. Sus movimientos siguen patrones marcados por otros. Y temo… que eso les gusta.

Encuentran en ello, la excusa perfecta para mantenerse en una “comodidad incómoda”. Desde ese fantástico trono cubierto de terciopelo falso, se vuelven irascibles e irritables ante el momento injusto que les ha tocado vivir. Se unen a otros monarcas de la insatisfacción convencidos que la unión en la queja les armará de razón.

Luego, a solas, se enfrentan a la realidad de su vida. Al vacío, al estancamiento, al No-Avance. Les da igual, siempre existe alguien que sirve de diana para cargar en ellos la responsabilidad que ellos no asumen.

Defensores de sistemas caducos; peones del tablero en el que disputan una partida acabada hace tiempo. Sin embargo, ellos siguen convencidos que pronto serán promocionados a torre, o quizás a caballo, pero no ganador. Esos ya no existen, se repiten una y otra vez.

Disfrazados de una gran variedad de miedos, entregan sus vidas a cambio de mantener una tranquilidad aparente sostenida por cuatro palillos.

Olvidan la importancia de sus valores, ocupados en asumir aquellos otros impregnados por el «ente» en sus mentes que les lleve a hacer lo esperado; decir lo deseado; pensar lo, ya por otros, imaginado.

Mentes quejosas y quejicas de un presente no vivido. Constructores de futuros utópicos. Intérpretes de un pasado nunca vivido. Hoy, guardan el dedo que otro día les sirvió para acusar. Dedo que hoy sienten cómo se les clava en su alma.

Y así pasan los días, desconectados. Esperanzados que “algo” les dotará de eso que desean o que alguien les ha dicho que desean. Asumen su papel de víctima, porque eso es lo que les ha tocado.

Eso sí, de lejos, esbozarán una sonrisa burlesca hacia aquellos que se adaptan a lo nuevo, hacia los que creen descubrir una razón por la cual merece la pena levantarse todas las mañanas. Aquellos que se identifican con sus valores y son conscientes de lo que piensan, dicen y hacen.

Pobres revolucionarios de ideas espirituales y nuevas maneras de ver el mundo. Pioneros fracasados que insisten en agitar las consciencias de los estancados, aun conociendo las reacciones colectivas… y también las individuales.

Sin embargo, tienen clara su “misión”. Saben que cambiar y alejarse de la inercia de la multitud es motivo de resistencia y burla.

Como indicaba Arthur C. Clarke:

  1. “Es una locura; no me hagas perder el tiempo”.
  2. “Es posible, pero no vale la pena hacerlo”.
  3. “Siempre he dicho que era una buena idea”.

Conocemos el final, tan solo debemos quemar etapas hasta que vuelvan a apuntarse el tanto los caballos ganadores.Eso, entre tú y yo, será lo de menos.  

Si te tachan de loco…vas por el inicio del camino ¡Felicidades!

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