Cualquier tiempo pasado…simplemente fue.
En ocasiones, disfruto recordando cómo eran antes las cosas. Me vienen emociones extraordinarias cuando me acuerdo del olor que tenía el pan recién hecho de la tahona que estaba cerca de mi casa. Un balón era un tesoro que te garantizaba horas de entretenimiento con los amigos. Si no había balón, nos bastaban 22 chapas de botellas, un garbanzo y unas cajitas de cartón para vivir en primera persona los mejores partidos. Un cuaderno en blanco era un libro por escribir. Ir a la playa era un viaje de más de 7 horas por carreteras estrechas, llenas de curvas y coches lentos que apenas superaban los 90 km/hque pasaban por los pueblos y te permitían conocer otras gentes. La televisión era aquello que adornaba el mueble y que la mayor parte del tiempo estaba apagada. Un cuento era una sesión de cine en casa. La radio, la radio era el mundo exterior que otros me acercaban a mi hogar. La Navidad era aquella época del año en la que unos señores desconocidos te traían algún juguete, normalmente no acertaban nunca con mis deseos, pero me encantaba lo que me traían.No quiero abrir un debate sobre que el pasado fue mejor que el presente. Quiero ir más allá. Cuánta imaginación nos permitíamos desarrollar antes y cuánta ahora. Las “incomodidades pasadas” nos permitían tiempo para leer, hablar,escuchar, crear, imaginar, pensar, sentir, debatir, imaginar. Vivíamos más la familia, la amistad. Existían valores que hoy algunos desconocen su existencia.Y eramos felices.
Ahora con toda la tecnología puesta a nuestro alcance, supuestamente para facilitarnos la vida y estamos deseando que los días tuvieran 24 horas más ¿Para qué? Para llenarlas de correos, de reuniones, de viajes de negocios, de agobios, de stress…
Si te hace actuar de manera distinta, lo habré cumplido con creces.
